lunes, 26 de enero de 2009

Pensándote, pensándome...

En este instante, no sé en qué estabas pensando, pero tú y yo sabemos que aquello en lo que pensabas, de algún modo misterioso, era lo que empezaba a resonar en ti.

Y es que, piensa la embarazada en su futuro bebé y los bebés, embarazos, artículos sobre bebés... la sonríen desde cada imagen, sonido y sensación. Espera paciente aquél que acaba de comprar su vehículo nuevo y cada anuncio, semáforo, esquina de la ciudad... le brindan uno similar al suyo... "y del mismo color"... y así hasta el infinito.

¿Dónde está la magia?. ¿Qué sincronicidad habita en este misterio?.

Tú, como yo, vivimos en un mar de energía, a la vez que nosotros mismos somos energía, pero hay un elemento relevante que a veces pareces olvidar: "tu energía goza de la capacidad de enfocar atención e intención". Tus pensamientos se alimentan de atención e intención. Lo semejante atrae a lo semejante han pregonado durante siglos maestros, pensadores, sabios. Y así es.

Tus pensamientos no crean tu realidad, no, qué va... en absoluto; "tus pensamientos son tu realidad".

¿Y por qué te digo esto hoy?. No lo sé bien. Quizá tanta invasión de "crisis", "recesión", "pérdida", "miedo", "desplome", ... vociferada desde cada esquina por bienintencionadas pero ignorantes voces o, directamente, por no tan bienintencionadas y conscientes voces, esparcen su semilla y aroma, impregnándote de esa presencia melancólica y fría que despierta tus miedos más profundos, tu inseguridad más escondida, tu aspecto más vulnerable. Y es tu respuesta, la que apuntala su dictamen, es tu miedo el que da alas a su sentencia, es tu pensamiento el que alimenta, nutre y crea "esa pretendida realidad", convirtiéndote, desde tu inconsciencia, en el ejecutor fiel de sus profecías autocumplidas.

¿Sabes caminar?. Sí, ya te veo, sonriente y extrañado, respondiendo que sí. Pero aprendiendo a caminar alguna vez te caíste. ¿Sabes hablar?. Sí, ya, ya lo sé. Sabes y puedes hablar. Y muchas veces tus palabras no acertaron a la primera y tuviste que recomponerlas, recrearlas, darles nueva vida. ¿Has podido llegar hasta aquí?. Sí, sé y sabes que sí, aunque a veces el camino resultó complejo y escarpado...

¿Sabes...?. Sabes tantas cosas que alguna vez no resultaron fáciles, que en alguna ocasión te supusieron empeño y atención, que, incluso, pensaste que no llegarías a saber. Pero las sabes porque al caerte no te quedaste en el suelo, porque al no acertar con tu palabra buscaste otro modo de vestir tu mensaje, porque cuando el camino no fue propicio, te diste permiso para elegir otro...; porque, tu atención e intención conscientes, vivían para caminar y comunicar y avanzar. Y eso lograste.

Y ahora, elige. ¿Quieres "sobrevivir" a la crisis que te anuncian agazapada en cada esquina o tu objetivo es seguir, crecer, caminar y "vivir"?. Tu respuesta es determinante... y algo dentro de ti lo sabe, y tú sabías que lo sabías, aunque las nubes impuestas a veces te impidieran percibirlo.

Recuerda amigo, recuerda amiga, que, por oscura que sea una nube, siempre hay una parte de ella, que aunque tú no la veas, está recibiendo la luz del sol.

Date permiso para recibir algún rayo de luz. Date permiso para decidir no condenarte al suelo. Date permiso para ser lo que tus pensamientos quieran crear. Porque dicen que creer es crear, pero yo también te digo que crear es creer que uno puede levantarse, sacudirse el polvo... y seguir caminando.

Con mis mejores pensamientos, que al final son yo mismo, salud y paz.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

miércoles, 21 de enero de 2009

Vida a tu cuerpo. Cuerpo a tu vida.

¿Cuántas veces has escuchado decir que eres cuerpo, mente y emoción?.

Yo también, muchas. Aunque en realidad, no acabo de tener clara esa catalogación, que puedo aceptar, únicamente, "si considero simultáneamente la existencia de canales que comunican esos tres elementos de manera callada, continua y fructífera".

Y si hay esa comunicación permanente, tal vez ya no exista tal separación. Y si no existe tal separación, quizá estemos hablando de lo mismo o de algo muy cercano.

Nuestro empeño ancestral por disgregar, separar o diferenciar, convive, no sin fricción, con esa otra pulsión mucho más valiosa y valiente, que nos invita a unir, integrar o sumar. De este modo, siento que cuerpo, mente y emoción no son más que distintos acercamientos de un todo "único" que habita en nosotros.

No son elementos contrapuestos, sino aspectos diversos de una misma esencia, percepciones fragmentadas de la misma unidad.

Si observas el cuerpo, considerándolo como un reflejo de mente y emoción, goza de la ventaja de ser más accesible, más cercano, el que mayor facilidad te brinda de encuentro con esa totalidad que como ser humano eres. Y si la interpretación propuesta la aceptas como hipótesis de partida, te será fácil intuir que cualquier cambio que hagas en la relación con tu cuerpo, indefectiblemente tendrá una traducción en tus procesos mentales y emocionales.

Y te has detenido en alguna ocasión a preguntarte, ¿cómo cuidas a tu cuerpo?, ¿cómo te relacionas con él?, ¿qué le dices o cómo escuchas lo que él te transmite?. ¿qué significa tu cuerpo para ti?.

En muchos casos, sabes que has limitado esa relación a un aseo suficiente, una nutrición necesaria y un descanso justificado. Pero más allá de estos mínimos, tanto tú como yo sabemos lo común que es ese enfrentamiento soterrado y constante con el cuerpo que habitas: "qué asco de pelo", "no soporto esta tripa", "odio mis orejas", "tengo el hígado hecho una mierda", "si pudiera me cambiaría..."; y entre tanto, el cuerpo escucha, desconcertado y paciente, los dardos envenenados que le arrojas, sin posibilidad de esquivarlos.

Y el cuerpo te sigue hablando y acompañando, aunque no halle en ti una respuesta amable. Es comprensivo y sabio. Sabe esperar.

¿Has sido consciente alguna vez de que sin tu cuerpo, la vida tal y como la concibes, simplemente no sería?. ¿Te has dado cuenta que tu cuerpo te ha acompañado desde el instante en que aquí llegaste y posiblemente será el último que te abandone?. ¿Cuántas veces le has dado las gracias por ello?. ¿Cuántos autoabrazos, mimos, caricias, besos... has concedido a tu cuerpo, que sería tanto como preguntar cuántos te has concedido a ti mismo?.

Hay estudios que afirman que un bebé que recibe gran cantidad de abrazos, crece más sano y feliz.

Y es que, tal vez hay otro camino. Tal vez escuchando al cuerpo en mayor medida desde que empieza a susurrarte evitarías que tuviera que gritar. Y tú sabes lo que significa un grito del cuerpo. Tal vez generando una amistad y empatía más completa con tu cuerpo, éste dejaría de sentirse atacado y abandonaría ciertas luchas traducidas en químicas dañinas o procesos desestructurantes o falta de salud. Tal vez, si tu cuerpo se convirtiera en pilar sólido y valorado de tu existencia, sería un lugar adecuado sobre el que edificar un hogar para tu mente o un paraíso para tu emoción. Tal vez.

Y quizá me escuchas desde tu cuerpo y aceptas desde tu mente y sientes desde tu emoción. Y quizá escuchas dentro de ti, que tu cuerpo, sonriendo tímidamente, te dice: "¿lo ves?, ¡podemos ser amigos!". Y quizá decides celebrarlo concediéndote un abrazo y un gracias. Y quizá entonces...

Si ya sé, me dirás que no hablé de la energía. Que al final la energía lo envuelve todo. Lo sé. Y otro día te hablaré de ella. Pero hasta ese momento, ¿habita en tu cuerpo la misma energía cuando lo aceptas y reconoces que cuando lo rechazas y le conviertes en tu enemigo?.

No me contestes. Escúchate, escucha la respuesta de tu cuerpo, y si crees que se lo merece, vuelve a abrazarle. Si crees que te lo mereces, vuelve a abrazarte.

Con una sonrisa y un abrazo cuerpo a cuerpo... salud y paz.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

jueves, 15 de enero de 2009

El héroe frente a tu espejo

Más de una vez me he descubierto recordando la historia de "Erbop Zilefni, héroe mítico, educado en el "elevado" arte de la guerra, y al que sus innumerables hazañas le habían hecho descubrir el deleite poderoso de la lucha. El inmenso valor de la batalla. El dulce sabor de la victoria "merecida", capaz de elevarte al más preciado de los pedestales.

Desconocía otra vía. Ignoraba cualquier otra posibilidad.

Un día, aburridos como estaban los dioses, de tanta batalla sin sentido, tanta inútil devastación, tanto enfrentamiento de dudoso resultado... se permitieron tomar la decisión de no prestarse más a ese "juego". Y es así, que desde ese instante, en cónclave mayor, decidieron expulsar al destierro a la lucha y declararla "non grata", abolida en aquellos territorios.

Pero Erbop, que no sabía de otros artes, que no había conocido de otras tareas, no quiso dejarse arrastrar por esa cobarde decisión que le apartaría de la aguerrida empresa en que había convertido su vida. Y de ese modo, y tras infructuosa búsqueda del contendiente adecuado con el que batirse en tan excelsas lides, acordó que por sí mismo era suficiente.

Conocía la estrategia, sabía de logística, era un maestro en el asedio. Podía hacerlo. Se retaba a sí mismo como "enemigo a batir". La batalla seguía viva. Más viva que nunca.

Se declaró a sí mismo su más preciado enemigo.

Y desde su trinchera, apostado con sabio acecho, observaba su otra trinchera, unos metros más allá, donde él mismo recibiría y sabría dar cumplida respuesta a los ataques "autopropinados".

Y cuando la ocasión resultaba propicia, tensaba su atinado arco y soltaba aquellas flechas destinadas a destruir la resistencia "autoenemiga" que desde el frente le encaraba. Y en ese instante, impelido por la fuerza del ardor guerrero que le habitaba, salía, raudo, hacia las posiciones contrarias, dispuesto a recibir el ataque, con la voluntad de otorgarle valiente y proporcionada respuesta.

Y en ese juego maquiavélico, resultó que, cada vez que llegaba a tiempo, sus propias flechas le acertaban de pleno provocándole la muerte instantánea en su heroica gesta... y cuando, por algún error de cálculo, no era capaz de alcanzar su otra trinchera a tiempo, se maldecía una y otra vez por su incapacidad para haber estado a la altura de lo que podía esperarse de él, por no haber sido capaz de alcanzarse como propio objetivo. Y en esas ocasiones, encendido de frustración, volvía a pergeñar el insólito ataque con ansias renovadas y más "autoodiado" que antes.

Y vez tras vez, o moría, o se castigaba furioso por no haber llegado a tiempo, por no haber estado a la altura de lo que de él mismo podía esperar.

Y este juego espiral de tiempos y espacios se repetía una y otra vez, como en una sala de espejos enfrentados, dibujando imágenes infinitas. Hasta que un día, compasivos, los dioses decidieron mostrarle la verdadera esencia de su juego:

Su elección ya le había hecho morir mucho tiempo atrás. Él había dejado de existir en el mismo instante en que había tomado la decisión de luchar contra sí mismo. Y ahora, transmutado en "guerrero espectral", se afanaba infructuoso en un juego inútil de imposible e interminable final.
Y, de hecho, esta aparente realidad, no era más que una broma irónica de la memoria que su ardor había dejado impregnada en aquel lugar. Ese aroma, ya vacío de esencia, que seguía esparciendo su "triste estela" por los campos de batalla.

Y se cuenta que, muchos años después, hubo quien llegó a comprender el sentido absurdo de tan irónico juego. Pero también hubo quienes, preñados de la seguridad de haber descubierto donde falló la estrategia de nuestro malogrado héroe, siguieron perdidos en la "valiente tarea" de practicar ese juego de espejos enfrentados al que Erbop Zilefni se vio condenado para toda su eternidad."

Y hoy, que la recuerdo para ti, no quiero pasar de largo mi cariñoso homenaje al Pobre Infeliz protagonista de esta historia. Y si alguna vez, un juego de espejos enfrentados te invita a contemplarte en estancias parecidas, hasta más allá de donde tu imaginación alcanza... no tengas prisa, decide si te apetece lanzar una flecha, o acaso, si te concedes la oportunidad, recorrer el trecho que te separa hasta tu trinchera opuesta y allí, en un autoabrazo fraternal, firmar la paz contigo mismo. O por lo menos... una merecida tregua.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

domingo, 11 de enero de 2009

Jugar... con mayúsculas

Siempre me ha gustado Jugar. Y es cierto que, conforme dejamos atrás estaciones vitales, este verbo empieza a estar devaluado, cuando no denostado, por aquéllos que, desde su adulta atalaya, dictaminan que ya no tienes edad para ciertas extravagancias.

"El Juego tiene su tiempo, espacio y finalidad, limitados y claramente definidos". Te permiten Jugar de niñ@ como una inevitable travesía, un mal pasajero, que el tiempo, inaplacable, se encargará de sanar. Pero rápidamente, en cuanto tu geografía corporal apunta indicios que señalan que, el niño, la niña que te habitaron biológicamente han quedado atrás, allí están, para recordarte que "la vida no es un Juego".

No lo creo y no lo acepto. La vida es un Juego en el que tenemos todo el derecho vital a divertirnos jugando.

Me has escuchado a veces decir que "Jugar viene de jugo". Y sé que no es cierto. Pero me gusta permitirme este Juego. Y es que, Jugar con la vida, es extraerle a la vida todo ese jugo que pone a nuestra disposición para refrescarnos, deleitarnos y nutrirnos. De pequeñ@ aprendiste porque Jugaste, y cuando el Juego empezó a no estar bien visto, el aprendizaje se hizo más arduo e ingrato y casi siempre carente de diversión.

¿Cómo resultaría una vida en la que cada "asunto de vital importancia" se pudiese Jugar de un modo amable, buscando nada más (y nada menos) que el aprendizaje y la diversión de la Jugada, sin necesidad de ser el ganador de la partida?.

Porque, tú y yo ya lo sabemos, ganar no es vencer... ganar es Jugar.

¿Has pensado alguna vez cómo sería levantarte cada mañana con el firme propósito de Jugar con la vida y hacer del Juego una diversión para ti y para tus compañeros de ronda?. ¿Te atreverías ahora mismo a empezar a Jugar con lo que piensas, con lo que sientes, con lo que crees, con lo que vives, para descubrir el mensaje oculto y divertido y útil y vivificante que se encuentra en cada pensamiento, sentimiento creencia o acto vital?.

¿Te mereces Jugar?. ¿Te das permiso para Jugar?. ¿Te apetece llegar a querer elegir Jugar?.

No me respondas. Concédete Jugar con la respuesta y estarás extrayendo todo el jugo a este instante, y, además, estarás descubriendo que tú mism@, puedes calmar tu sed sin necesidad de buscar manantiales recónditos, ocultos... acaso inexistentes fuera de ti.

Yo estoy preparado para la partida... ¿Juegas conmigo?.

Salud, paz y mucho, mucho jugo..., mucho Juego.


Pd.: ¿Que cuáles son las reglas del Juego?. Juega a inventártelas... el Juego es tuyo.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

martes, 6 de enero de 2009

Si vences la necesidad de vencer...

En el tiempo te he visto luchando contra personas, pensamientos o habitos que no te resultaban gratos, provocando que esas personas incómodas, esos pensamientos indeseados, esos hábitos ingobernables, acrecentasen y tomasen mayor poder.

Y es que, cada vez que luchas aplicando tu fuerza contra algo o alguien, estás permitiendo que se alimenten de tus propios fantasmas, de tu propia energía, de tus propios miedos, para erguirse ante ti cada vez más poderosos.

En esas situaciones, no portas la vida, soportas la vida.

Y soportas la lucha, la tensión, el enfrentamiento, como males necesarios, como presencias inevitables que convierten cada acción y cada vivencia en un esfuerzo agotador que te enajena. La lucha nunca es el camino o más exactamente, la lucha siempre es el indicador de por donde no transcurre el camino adecuado.

¿Cuántas veces has luchado contra algo tan inocente como un ruido constante en el silencio de la noche para al final acabar consiguiendo que ese ruido impregnase todo con su "presencia ineludible"?. Y es que, cada vez que luchas, el objeto de tu enfrentamiento se alimenta de tu ira, de tu tensión, de tu fuerza vital para crecer más y más.

Y esto, aplícalo a la enfermedad, a las personas que no te resultan gratas, a los hábitos que te incomodan, a tu realidad cotidiana sea cual sea la forma que le otorgues. Lucha, enfréntate, oponte con toda tu intensidad y sólo lograrás reducir tu capacidad de manejo de la situación.

Sin embargo, si aceptas, la realidad fluye, se desvanece, circula.

Y recuerda que aceptar no es sinónimo de resignación. No te pido que renuncies a que algo te pueda resultar distinto, es más, te animo a que busques la excelencia en lo que te rodea; pero no a través de la lucha. Cuando aceptas, estás escuchando y escuchándote, estás percibiendo, desde esa serena aceptación, que algo o alguien no te agrada.

Y como sabes que el mundo no se mueve si tú no te mueves; esa aceptación lúcida, ese reconocimiento vital, te aleja de la lucha, y genera en ti el movimiento. Y no sé por dónde va a pasar ese movimiento, no sé si vas a apadrinar o te vas a alejar, no sé si vas a integrar o vas a relativizar, no sé si vas a observar en estado consciente y neutro o vas a decidir dejar de focalizar tu atención, pero sin duda, si tú te mueves, el mundo comienza a reubicarse, a reacomodarse, a moverse.

Pero no pretendas mover el mundo desde la lucha; mueve tu percepción del mundo desde tu propia aceptación serena y sin juicio.

La batalla más heroica es la que no se libra porque, aunque no te lo hayan dicho antes, cualquier victoria que necesita de una batalla previa, siempre lleva implícita una componente de derrota.

Si vences la necesidad de vencer, habrás vencido... y lo que es más importante, quizá comiences a "convencer", y ya sabes que si "convences" o "vences con otros", la celebración siempre será más grata y concurrida.

Salud y "paz"... y recuerda, no aprietes con tus manos el agua, porque sólo conseguirás que escape entre tus dedos, concédete el permiso para aceptar la suavidad del cuenco en el que tus dedos y tus palmas se permiten aceptar, recoger y acariciar el agua... y calma tu sed.

luis bueno. http://www.efeteando.com/