sábado, 19 de septiembre de 2009

El silencio no es olvido

El silencio no es olvido y la distancia no es lejanía.

Después de unos meses silencioso, callado, pequeño... aquí me tienes de nuevo amig@. Hay momentos en los que tienes la sensación de que todo lo que puedes decir, ya está dicho; de que todo lo que puedes escribir, ya está escrito o de que todo lo que puedes dar de ti, ya lo has dado. En esos momentos, me parece más respetuoso y honesto callar. Para conmigo y para contigo.

La belleza y sabiduría del silencio, en muchas ocasiones, son capaces de nutrir los espacios en blanco de nuestra vida.

Ahora que llega el otoño, pareciera como si los propios árboles quisieran guardar silencio. Dejar espacio, soltar su vestimenta, para permitirnos ocupar esos huecos con sueños, con proyectos, con ilusiones que, a falta de la luz y el calor, que el verano quiso llevarse consigo, nos den refugio y compañía en estos meses.

También los árboles parecen callar un tiempo, y sin embargo, cuando llega su primavera, son capaces de llenarnos de sabiduría en su derroche de color.

Y ahora que la naturaleza calla, me apetece volver a hablarte.

Hoy me di permiso para salir del silencio y te doy las gracias por seguir ahí. También silencios@, porque no supe de ti.

Hoy hemos empezado a vaciar nuestros bolsillos de todos los silencios atesorados y nos disponemos a vestirnos de mensajes. Arropados por estas palabras, el otoño será más cálido.

Gracias, salud y paz... desde el silencio quebrado.